jueves, 31 de mayo de 2012

RECUERDA USTED: Gyorgy SAROSI: Sarosi, el virtuoso húngaro


A mediados de la década de 1930, Gyorgy Sarosi quedó incluido en el Once Estelar de Europa que publicaron La Gazzetta dello Sport, Kicker y L’Auto. La coincidencia no extrañó a nadie, lo raro fue cómo seleccionó cada una de las tres prestigiosas publicaciones al astro del Ferencvaros y de Hungría: la italiana lo eligió como central, la revista alemana lo colocó en el mediocampo y el rotativo deportivo francés lo situó en ataque. La anécdota muestra a las claras que Sarosi no sólo podía jugar en diversas demarcaciones, sino que además sobresalía en todas ellas.

“En un partido jugaba en la zaga, y en el próximo lo encontrabas en el centro del campo o en la delantera. Eso ya era de por sí suficientemente impresionante", declaró Silvio Piola, legendario rival de Sarosi en el Lazio y en Italia. “Pero lo más increíble es que era el mejor defensa, el mejor mediocampista y el mejor delantero del mundo”.

“Yo respiraba aliviado cuando me enteraba de que no iba a marcarme", supo agregar Piola. "Pero luego pensaba: 'debo anotar dos o tres goles para que los míos tengan alguna posibilidad'; porque sabía que, si él jugaba en ataque, su equipo veía puerta a placer. A veces, ni siquiera eso bastaba. En la final de la Copa [Mitropa] de 1937, yo marqué cuatro goles, pero Sarosi hizo seis y perdimos”.

El apogeo de un dotado
Aquel triunfo en la Copa Mitropa supuso el apogeo de una carrera de clubes vivida exclusivamente en el Ferencvaros, al que Sarosi también espoleó hasta cinco títulos de liga y otras tantas Copas de Hungría. Al mismo tiempo, capitaneó a la selección de Hungría hasta el subcampeonato en la Copa Mundial de la FIFA Francia 1938™.

Si embargo, si Sarosi se hubiera salido con la suya, su carrera no se habría desarrollado sobre los terrenos de juego, sino en los tribunales de justicia. Nacido Gyorgy Stefanicsics en 1912 en Budapest (el apellido familiar se cambió a Sarosi para que sonara más húngaro), entró en la cantera del Ferencvaros a los 15 años. Cuando, un par de años después. el coloso de la capital quiso asegurarse los servicios del muchacho con un contrato profesional, el chico tenía otras ideas.

“Yo quería se abogado”, recordaba Sarosi. “Veía el fútbol como una diversión, no lo consideraba una carrera. Sin embargo, mi padre (un sastre con dificultades para encontrar trabajo) me convenció diciendo que muchísima gente estaba perdiendo el empleo con la depresión, y que yo era lo bastante bueno como para triunfar en el fútbol”.

Por consiguiente, Sarosi debutó con el Ferencvaros en el puesto de central a los 18 años, hacia finales de la temporada 1930/31, aunque su labor resultó tan fundamental que el equipo hizo historia en la campaña siguiente. El Ferencvaros TC se convirtió en el primero y, hasta la fecha, único club que ha ganado todos y cada uno de los partidos en un campeonato húngaro.

“Era sólo un muchacho, pero sobre el terreno de juego parecía un hombre que jugara contra niños en un patio de colegio”, comentó Zoltan Blum, el entrenador que hizo debutar a Sarosi. “Le salía todo con tanta facilidad. Era grande, muy fuerte, rápido, nadie le superaba en el juego aéreo. Nada ni nadie le intimidaba. ¡Además, jugaba con tanta seguridad en sí mismo! Incluso a aquella edad poseía el temple de un capitán. Salía con el balón jugado, iba superando rivales hasta que se imponía en el ataque”.

Un polifuncional de avanzada
Por su clase con el balón en los pies, Sarosi fue ocupando posiciones cada vez más adelantadas en la alineación del Ferencvaros, primero de mediocampista ofensivo y después de delantero. En esta última demarcación lideró la inconcebible goleada de 11-1 sobre el Ujpest, que acababa de ganar el título de liga, en la final de la Copa de Hungría de 1933, donde marcó una tripleta y se convirtió en autor de los pases de otros cuatro tantos.

Buena parte de los 17 años que pasó enfundado en la camiseta verdiblanca estuvo situado en la delantera. En dicha demarcación acertó un promedio de una diana o más por partido en ocho temporadas consecutivas empezando por la de 1935/36, y se proclamó en dos ocasiones máximo anotador de la primera división húngara. Sarosi sigue siendo el goleador más prolífico de la historia de la Copa Mitropa, una prestigiosa competición de clubes, procedentes casi todos ellos de Austria, Checoslovaquia, Hungría e Italia, por entonces las grandes potencias del fútbol europeo.

“Gyurka” (su apodo) aupó al Ferencvaros al subcampeonato en 1935, 1938, 1939 y 1940, y desempeñó una labor decisiva en el triunfo de 1937. En la ida de la semifinal, a domicilio contra el Austria de Viena, Sarosi consiguió pararle los pies al emblemático delantero Matthias Sindelar, pero no pudo impedir que el FTC, mermado por las lesiones, perdiera por 4-1.

El regreso a Budapest coincidió con una vuelta al poderío ofensivo de Sarosi, quien respondió con una actuación soberbia, incluidos dos goles, en la victoria sobre el defensor del título de los locales (6-1), que saldaron la eliminatoria con un resultado global de 7-5. En la final, el Ferencvaros se impuso al Lazio por 4-2 en casa y por 4-5 a domicilio, con tripletas de Sarosi en cada uno de los dos encuentros.

Piola e Italia se vengarían un año después, aunque en esta ocasión en plena carrera internacional de Sarosi, que había empezado en mayo de 1931 (cuando el jugador contaba 18 años) con una derrota por 3-2 a manos de Yugoslavia. En su segundo choque con Hungría, el joven atenazó a Antonin Puc, la máquina de hacer goles de Checoslovaquia, en aquella victoria por 3-0 de los húngaros.

Dadas las infalibles actuaciones de Sarosi en defensa, Hungría no probó a ponerlo en la delantera hasta 15 partidos después de su estreno con la selección. Como estaba cantado, aquel día marcó un gol contra Suecia, al igual que en la derrota por 2-1 a manos de Austria que, en cuartos de final de Italia 1934, puso fin a las posibilidades de los húngaros de alcanzar la gloria mundial.

La constancia, ante todo
No obstante, aquello no supuso el fin de la aventura de Sarosi en la Copa Mundial de la FIFA. Cuatro años después, anotó cuatro goles en tres partidos durante la trayectoria de Hungría hasta la gran final, donde se enfrentó a la selección defensora del título, Italia. Aunque Sarosi creó un gol y marcó otro, en esta ocasión lo superó Piola, cuyo doblete propulsó a los azzurri hasta el triunfo (4-2). Sarosi se consoló con el Balón de Bronce y la Bota de Bronce del campeonato, que recibió en calidad de tercer mejor jugador y tercer máximo anotador de la competición.

Aquel día de París no se convirtió en el jour de gloire que tanto había ansiado Sarosi. Su coronación con la selección de Hungría le llegó en una actuación de la que todo jugador se habría sentido mucho más que orgulloso. Se produjo en el choque contra Checoslovaquia correspondiente al Campeonato Centroeuropeo de 1937. Cumplida la media hora de juego, Hungría iba perdiendo por 2-1, pero su certero capitán marcó siete goles en la portería de Frantisek Planicka, el mejor guardameta del mundo, para sentenciar una contundente victoria por 8-3.

“Marcar siete goles en un internacional es prácticamente imposible, y no digamos ya metérselos al gran Planicka”, comentó aquel día su seleccionador, Karoly Dietz. “Pero ‘Gyurka’ es el goleador más soberbio de su época, sólo tienen que mirar las estadísticas”.

Las cifras indican que Sarosi anotó 639 goles en 633 partidos con el Ferencvaros en todas las competiciones, y 42 en 62 encuentros con Hungría. Pero no se le haría justicia a Sarosi si no se estudiaran más detenidamente los números. Los cuatro hombres que lo superan en la tabla de máximos goleadores de la selección húngara de todos los tiempos, Ferenc Puskas, Sandor Kocsis, Imre Schlosser y Lajos Tichy, jugaban única y exclusivamente en la delantera, mientras que Sarosi empezó y terminó su servicio nacional en la posición de defensa, y en contadas ocasiones en el mediocampo.

Curiosamente, entre marzo de 1934 y diciembre de 1938, cuando invariablemente jugó en la delantera, Sarosi marcó 37 tantos en 29 encuentros internacionales, una media pasmosa para un hombre que figuró en el Mejor Once Europeo también en los puestos de central y mediocampista.

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