Ekataterinburgo, la ciudad más importante y populosa de la región de los Urales, será el escenario más oriental del Mundial de Fútbol que se celebrará en Rusia en 2018.
Está ubicada a dos mil kilómetros de Moscú, o sea, a dos horas y media de viaje en avión. Los turistas que lleguen a Ekaterinburgo a presenciar los partidos del Mundial también tendrán la oportunidad de conocer inolvidables paisajes montañosos, interesantes monumentos históricos y la exquisita cocina tradicional de los Urales.
El Estadio Central de Ekaterinburgo fue construido en 1957. De cara al Mundial, fue sometido a una remodelación a fondo que terminó apenas un año atrás. A estas alturas, es uno de los mejores polideportivos nacionales y, al mismo tiempo, un monumento arquitectórico del estilo imperial estalinista. Ha conservado prácticamente intacta su fachada histórica con columnas y estatuas típicas de aquella época. Algo de reforma aún queda por hacer, puntualiza el presidente de la Federación de Fútbol de Ekaterinburgo, Alexandr Samarin:
–El Estadio Central que acogerá el Mundial de Fútbol en 2018 es el mejor de esta región, pero necesitamos ampliarlo. Tiene capacidad para treinta mil espectadores, y queremos que sea de quince mil más. Además, necesitamos reforzar el techo. El pasto es de muy alta calidad. Disponemos de más una decena de otros estadios que podrían servir como centros de entrenamiento.
Ekaterinburgo fue fundada en 1723 por Pedro I como un centro de producción de hierro. Con el descubrimiento de oro en los Urales, veinte años más tarde, la ciudad comenzó a prosperar vertiginosamente, convirtiéndose en el siglo XX en uno de los principales centros industriales y la cuarta más importante población de Rusia. A pesar de los numerosos yacimientos de materias primas y decenas de fábricas, en esa región se han conservado rincones intactos de naturaleza salvaje. Nadie puede quedarse indiferente ante los majestuosos paisajes de los Urales, asevera la directora del Museo Etnográfico de la región de Sverdlovsk, Tatiana Mosunova:
–La ciudad está situada al otro lado de la cordillera de los Urales, en el antiguo camino de Siberia, a cuarenta kilómetros de la frontera histórica entre Europa y Asia. Los montes Urales son unos de los más viejos del mundo. Su mayor atractivo son los numerosos peñascos, aislados y desnudos, con todos sus estratos al descubierto, que han quedado en medio de los mascisos selváticos tras la destrucción del antiguo país montañoso. Es un panorama realmente espectacular. Se supone que aquí tuvieron sus asentamientos tribus prehistóricas. Tenemos en el museo un ídolo de la región de Shiguir que tiene nueve mil quinientos años.
La ciudad, que tiene una historia de casi trescientos años, ha conservado calles con edificios del siglo XVIII, antiguas iglesias ortodoxas, un templo protestante y una mezquita. Merece ser visitado el metro de Ekaterinburgo que por su hermosura es equiparable al de Moscú. De momento posee solo una línea de nueve estaciones, cada una hecha según un diseño especial. Para el Mundial de Fútbol se construirá una línea más. Son buenos los restaurantres locales de cocina típica de los Urales y Siberia: pelmeni (fideo con relleno de carne), caldos espesos, panqueques y pasteles.
Siendo el punto más oriental de la geografía del Mundial de 2018, Ekaterinburgo es una ciudad de fácil acceso tanto para los turistas tanto de Europa, como de Asia. Está ubicada justo en el Ferrocarril Transiberiano que enlaza estas dos partes del mundo.
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