Italia teme que el llamado "Calcioscommesse", un caso de corrupción en el fútbol relacionado con las apuestas ilegales y por el que ya fueron encarcelados varios jugadores, se convierta en un nuevo terremoto, como lo fueron en el pasado el "Totonero" (1980) o el "Calciopoli" (2006).
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La broma que circula estos días resume el sentimiento general del país ("Exclusiva en el +Calcioscommesse+: el partido Vicenza-Cagliari de 1964 no habría sido comprado") y es una muestra del asco y el hastío que sienten los italianos por su deporte favorito.
El corazón del caso son los acuerdos entre jugadores y mafias locales y extranjeras para amañar partidos con tal de ganar luego apuestas. Están implicados jugadores, intermediarios y quizás los dirigentes de clubes de la segunda e incluso la primera división (Serie A), según la prensa.
El amaño de partidos no sólo consistía en comprar la victoria sino que a veces se trataba de marcar un número determinado de goles.
Según Andrea Masiello, ex defensa del Bari y del Atalanta de Bérgamo, el partido Udinese-Bari (3-3) de la temporada pasada se amañó para que terminara con seis goles.
El jugador, detenido el pasado 2 de abril, es uno de los hombres clave del sistema y desde que ingresó en prisión empezó a colaborar con los autoridades denunciando varios encuentros amañados, hasta un total de nueve, en su etapa en el Bari.
Entre otras cosas Masiello reconoció haber marcado a propósito un gol en propia puerta en el derbi regional contra el Lecce (2-0).
El "Calcioscommesse" ("apuestas en el fútbol") estalló en junio de 2011, cuando Cristiano Doni, el emblemático capitán del Atalanta, fue detenido y confesó haber amañado partidos.
Desde entonces más de veinte jugadores han sido imputados en las dos partes de la investigación, conducida por las fiscalías de Cremona y de Bari.
La carrera de Doni, de 38 años, suspendido tres años, está terminada mientras que la de Masiello y de Marco Rossi (un jugador del Cesena, también ex del Bari) están en peligro.
Italia teme que el caso tome las dimensiones de los grandes escándalos del pasado como el "Totonero" de 1980, que llevó al Milan a segunda división y costó dos años de suspensión a Paolo Rossi, o el "Calciopoli", el escándalo de los árbitros que hizo perder dos títulos a la Juventus (en 2005 y 2006) y también le hizo caer a segunda.
"Es devastador", lamentó el presidente de la federación italiana, Giancarlo Abete, consciente de que la corrupción es una de las máximas preocupaciones de Michel Platini, el presidente de la UEFA.
La federación internacional (FIFA) también está estudiando el caso y envió a Italia a Chris Eaton, su responsable de seguridad.
El "Calcioscommesse" también tiene implicaciones internacionales y el fiscal de Cremona, Roberto Di Martino, habla de una posible conexión con Singapur.
Además de los jugadores, el caso también implica a los clubes. El Atalanta de Bérgamo ya fue sancionado con seis puntos en la clasificación mientras que los dirigentes del Lecce están bajo sospecha de haber comprado el partido contra el Bari en el que Masiello hizo un gol en propia puerta.
Otro de los principales sospechosos, el macedonio Hristiyan Ilievski, aseguró en marzo al periódico La Repubblica que los propios jugadores, entre ellos el ex internacional Beppe Signori, eran los encargados de comprar los partidos.
"Nosotros comprábamos la información y apostábamos, nada más", dijo Ilievski, que aseguró que hay 30 jugadores implicados "90% en Serie B, el resto en Serie A (segunda división)".
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